El primer encuentro...

Solo era una inocente niña de quince años, cuando bajaba corriendo la calle embutida en mi uniforme de colegiala huérfana, huyendo de la represión y la moralidad victoriana de aquellos tiempos; de las bofetadas de las maestras, la regla golpeando los congelados nudillos cada mañana, los castigos contra la pared, las húmedas sábanas de mi cama, las gachas heladas, con las que no te apetece hacer otra cosa con ellas sino es jugar a removerla con la cucharita, y en algún descuido de las hermanas, coger un poco, elevarlo y dejarlo caer sobre su misma masa...Las duchas de agua fría si acaso, o los madrugones a las cuatro y media o las cinco de la mañana, con lo que yo adoro dormir... Dormir eternemante porque así podía soñar con lugares mejores, donde nadie me regaraña, despreciara o maltratara... No me acuerdo muy de como escapé, la cuestión era que aquel encuentro me marcó definitivamente.

Tenía mucho frío...Llovía como de costumbre en Londres, pero la veradad es que no me importó hasta que el la humedad me congelara los huesos y tuviera que pararme y cobijarme bajo la cornisa de un edificio, temblequeando y castañeando a la vez los dientes...Cerraba los ojos con fuerza, me abrazaba a mi misma para intentar aprovechar al máximo el escaso calor que quedaba en mi menudo cuerpo, con lsa ropas pegadas y cayendo pesadas como piedras...Deseaba en aquel momento arrancarme las ropas y esconderme bajo una alcantarilla, como una salvaje vagar entre ratas y suciedad, como sintiéndome segura allá abajo de que nunca me encontraría y finalemente me dieran por muerta o raptada por una Madame para prostituirme...

Entonces alcé la mirada un momento, pués sentí la presencia de alguien justo delante mía...Me asusté al ver aquella figura enorme y desgarbada, embutida en su capa, con un paraguas y sombrero sobre la cabeza, un puro en la boca, en la que de vez en cuando se encendían unas ligeras ascuas rojas llamativas, entre el entorno gris y oscuro que nos rodeaba...Gracias a las ascuas podía ver aquella penetrante mirada de grandes ojos azules... me sentía estúpida y me encogí aún más en mí misma...

Me agarró por un brazo y me apretó contra su cuerpo, comenzamos a andar bajo la lluvia, con pasos apresurados alborotaban a los charchos que se formaban entre los adoquines de las calles. Tenía miedo, pues temía que aquel hombre pudiera hacerme algo. Entonces, subimos unas escaleras hacia un portal, que parecía ser del de un barrio residencial y pronto noté en mi cuerpo el goce del calor de un hogar mientras allá fuera la lluvia caía sin cesar.

Mi botas embarradas no hacían más que ensuciar la preciosa alfombra que protegía al suelo de madera. Permanecí inmóbil desde mi altura mientras veía como aquel hombre tan alto dejaba a una sirvienta todos sus ropajes de calle y después se agachaba para desabrocharme las botas. Me sonrrojé cuando una sensación placentera me recorrió desde mi vientre hasta mi nuca, notando el tibio aliento de aquel hombre sobre mis frías medias, penetrando en mi piel, como si su boca estuviese a punto de acercarse aún más a ella y recorriera hacia arriba, agarrándose en mis faldas...Suspiré por la nariz y me agarré a mis misma con fuerza si cabía la posibilidad...

Cuando me quitó los zapatos pidió a la sirvienta que me acompañara a una habitación para cambiarme, pues podría coger una pulmonía si seguía tal como estaba. Con cara aún de pánico, fuí arrastrada por la sirvienta escaleras arriba sin apartar la mirada de aquel hombre que se encontraba de perfil, mostrando su nariz curva, los labios finos ocultos bajo un áspero bigote, la barbilla orgullosa y redonda...Rasgos tan suaves como contundentes eran la prominente nariz...Parecía extranjero. Su visión desapareció bruscamente tras el techo que había encima de las escaleras, que sustituían al caballero por el paisaje de las infinitas escaleras que descendían hacia abajo...

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